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Todo comienza con el sueño de alguien - Larry Niven

lunes, 28 de mayo de 2012

La preocupación no llega hasta que hay pruebas.

El móvil sonó en el bolso de Marina. Cristina se giró para cogerlo ya que Marina no podía porque estaba conduciendo.
-¿Quién es?-Preguntó aun sabiendo de quién se trataba.
-David. ¿Le cuelgo? Así se entera de que no quieres hablar con él.
Una sonrisa apareció en el rostro alegre de Cristina. Se mordió el labio. Disfrutaba con esa idea.
-No, deja que suene.
Cristina prefirió no preguntar por qué, sabía lo que era sufrir por todo aquello.
-¿Me vas a contar que te hizo ese capullo?-Soltó Marina mientras seguía con la mirada clavada en la carretera.
Sus nuevos compañeros le seguía detrás.
-Fue en una fiesta.-Cristina paró y cerró los ojos, odiaba recordar esos momentos, se le notaba en la voz. Pero en seguida se recuperó.-Sus ''amigas'' se rieron de mi al verme y su ''amigos'' igual. Él no podía ser menos así que hizo lo mismo. Les dijo que no me conocía y que era otra pobre más que se había colado en la fiesta con dos amigos.Salí corriendo y una ''pija'' me tiró toda la sangría encima. Estábamos en el patio, tropecé y caí a la piscina. Todavía puedo recordar sus risas,sobre todo la de Javi. Nunca le perdonaré.
-¡Será cretino!
Marina aparcó el coche en la entrada del hospital. Se colocó la camiseta que se había subido al estar sentada y apagó el motor. Pudo notar como una lágrima caía por el rostro pálido de su amiga.
-¡Eh! Rubia, no llores, ese tío es un imbécil. No se merece ni que llores por él.
Cristina sonrió y asintió.
Salió del coche y en seguida se reunió con todos sus compañeros. Vio a Marcos que le esperaba con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Te he dicho que me gustan mucho tus ojos?
Marina se sonrojó.
-Es verdad, tienes unos ojos verdes preciosos.
-¿Te he dicho que tus comentarios resulta muy ''pelotas''?
Rió. Su sonrisa era perfecta, sus dientes lo eran, su piel morena también.
Entraron juntos al hospital. Miguel y Cristina les esperaban dentro.
Al entrar se tropezó con uno de los escalones que había en la acera.
Sintió el brazo de Marcos alrededor de su cintura. Podía sentir el calor de sus manos sujetándola. Incorporó su rostros y se encontró con el de su compañero frente al suyo.Su sonrisa volvió a aparecer. Su ojos azules con toques verdes brillaban. No podía apartar la mirada de aquel ser perfecto.
-Cuidado,que te caes.
Le acarició el su pelo castaño mientras la incorporaba.
-Gracias.

Al entrar en la sala dirigió su mirada a la ventana donde había estado los días anteriores. Pero aquella vez no había nadie. Un nudo apareció en su garganta. Se tranquilizó a si misma y pasó la mirada por toda la habitación. Ahora el nudo estaba en el estómago.
-¿Qué tal chicos? Hoy jugaremos a las películas.-Informó Cristina. Todos los niños permanecían sentados escuchando con atención a su compañera.
Se colocó junto a Marcos que estaba apoyado en el la pared.
Tragó saliva. Los nervios le estaban matando.
-¿Te encuentras bien?-Preguntó Miguel que se acercaba a ella en silencio.
Marcos posó su mirada en ella.
-¿Necesitas tomar el aire?-Preguntó en tono preocupado.
-Solo es un mareo.Se me pasará.
-¿Seguro que te encuentras bien?
Asintió.
Pero no era suficiente. Sintió como la habitación se echaba sobre ella.
No le dio tiempo a caer. En seguida se incorporó apoyándose sobre el hombro de Marcos.
-Vamos fuera.

Al salir a la calle sintió el aire que golpeaba su cara. Se sentó en uno de los bancos que rodeaban el hospital a la salida. Marcos colocó su mano en la frente de Marina.
-¿Has desayunado?
-No.
-Debería haberlo hecho.
-No creo que haya sido eso. Andrea no estaba ahí dentro.
-¿Andrea?
-Si, es una chica con cáncer. Y no estaba ahí dentro. Temo que le haya sucedido algo.
Resopló.
-Tranquila, vamos y lo vemos. Pero antes, recupérate.


jueves, 17 de mayo de 2012

Cada dolor te hace más fuerte

Las lágrimas que caían por su rostro le impedían ver lo que había en la pantalla. Layó con detenimiento, sin saltarse ni una sola coma. No se lo creía.

Marina, sabes que yo te quiero pero creo que tu has cambiado y ahora ya no estamos hechos el uno para el otro. Creo que lo mejor será darnos un tiempo, pensar en lo nuestro y sobre todo buscarnos a nosotros mismos. Tú con tus niños del hospital. Espero que te siga sirviendo de ayuda como hasta ahora y sobretodo que comprendas este mensaje. Espero que el día de mañana puedas llegar a ser una buena enfermera y como no voluntaria, pero lo más esencial es que no solo pienses en ti sino en los que hay en tu alrededor que te quieres y que en ocasiones sufren con tus decisiones ''espontáneas''. En cuanto a mi, viajaré a Inglaterra donde terminaré la carrera de Derecho. Ya he buscado una buena universidad e incluso me han aceptado.
A partir de este momento nuestros rumbos se separan, tu estás destinada a ir a esos países donde la gente necesita ayuda, yo en cambio necesito que mis ingresos suban. No me trates de egoísta, pero como he dicho antes, somos distintos.
Te quise, te quiero y te seguiré queriendo.
Con amor, David.


Cerró los ojos y se apoyó en el cabeceros de la cama. Las lágrimas brotaban de sus ojos. Le había llamado egoísta y había cortado con ella por mensaje. Le parecía patético y en ese momento pensó que había estado saliendo con un ser despreciable. Ni siquiera pudo pensar en su nombre.
Ya no lo quería y si antes tenía dudas, ahora estaba completamente segura de que no quería volver a verlo.
Quiso escribir y decirle lo patético que era haciéndole todo esto. Pero no pudo. Sus manos eran incapaces de teclear, se sentía impotente.
Cerró el portátil dejándolo en la cama. Se puso unos pantalones cortos vaqueros, una sandalias y una camiseta básica de manga corta y salió de allí.
Bajó las escaleras a toda prisa, lloraba y no quería que nadie la viese. Cuando descubrió que su casa estaba sola y no había nadie se incorporó y vio su reflejo en el espejo que había en la entrada. Su pelo castaño estaba despeinado, sus ojos rojos y las lágrimas aún permanecían en su rostro.
No quiso verse más. Se dijo a sí misma que estaba horrible, pero le daba igual.
Arrancó el mini rojo  que había aparcado en la puerta de su casa y condujo.
El sol centelleaba en los espejos delanteros y en la luna del coche.
Buscó sus gafas de sol, pero se las había olvidado en casa.

Cuando llegó, Cristina la estaba esperando. Salió y pudo notar los brazos de su compañera alrededor de su cuerpo.
Rompió a llorar.
-Ven, mejor vamos dentro.
Entraron dentro de la Cruz Roja, uno de las habitaciones apartadas que había para el voluntariado.
Se tiró en el sofá grande y viejo de color crema y volvió a llorar.
Cristina se sentó a su lado haciéndose un hueco en el sofá.
-Cuéntamelo
Negó con la cabeza.
-Te vendrá bien desahogarte, hazme caso.
Marina se incorporó. La mano de su compañera le acompañaba.
-David me ha dejado-fue todo lo que pudo decir. Tomó aire y siguió hablando.-Tengo ganas de decirle cuatro cosas, me ha dicho que soy una egoísta, que solo pienso en mí por querer ser voluntaria y que ya no estábamos hechos el uno para el otro.
-Lo siento.-Respondió Cristina. Le dio un abrazo pero Marina se apartó, quería seguir hablando.
-Es muy triste, me ha dejado por un mensaje.
-Él sí que es un egoísta. No te lo merecías.
No quiso decir nada, tenía razón.
-Se va a vivir a Inglaterra. Ni siquiera se ha despedido de mi.
Cristina sacó un pañuelo de su bolsillo y le secó las lágrimas.
-Dios mío, lo siento mucho, debo de estar horrible, llevo llorando todo el camino.
-No seas tonta.-Replicó.-Llorar es humano, todo lo hemos hecho. Y no por eso somos horribles.
-Pero que estés aquí consolándome, podrías estar en otro sitio haciendo cosas mejores.
Se mordió el labio inferior.
-Oye, tu eres mi amiga y las amigas se ayudan mutuamente. A parte, yo ya eh pasado por esto y estoy segura de que tu no. Yo te puedo ayudar.
-¿Qué te pasó?
Cristina calló.
-No creo que lo quieras saber.
-Si que quiero, por favor.
Tomó aire y también le tomó la mano a Marina.
-Él me dejó  porque no pertenecíamos a la misma clase social. él era rico y vivía en una mansión en la mejor calle de Granada. Yo, por el cambio vivía en un piso de tres habitaciones. Me humilló delante de todos su amigos pijos y además me puso los cuernos con una gran amiga de la familia.-Paró por un minuto.- Sufrí porque lo amaba, pero no era para mí.
-¡Qué imbécil!
-¿Sólo? Pero bueno, da igual. Dicen que el que siempre sonríe es el que mas ha sufrido ¿no?.-Sonrió y Marina rió. Le gustaba aquella frase.
-¿Cómo...? Nada, déjalo, es una tontería.
-Cómo qué, dímelo.
-No, solo quería saber como te humilló, pero supongo que está fuera de lugar esa pregunta.-Marina se avergonzó.
-Fue en una...
Un sonido en la puerta interrumpió a Cristina. Un chico alto de la misma edad que ella y moreno entró.
-¡Hey! Habíamos quedado aquí ¿no?
Marina no sabía que responder, se limitó a observar al chico que se acercaba. Sus ojos eran azules o más bien azules con un toque se color verde claro en los extremos del iris. Eran tan raro pero tan bonitos...
-Si.  Marina él es Marcos, Marcos ella es Marina. Es una de las nuevas voluntarias que ha entrado. Lleva pocos días.
Seguía desconcertada.
-Marina , él nos ayudará con el voluntariado en el hospital, ahora seremos cuatro en vez de dos. -Dijo mientras recogía su pelo rubio en una coleta. Se colocó bien la camiseta de tirantes que tenía subida apenas unos centímetros sobre los pantalones vaqueros cortos.
-Encantado.-Marcos le tendió la mano y le sonrió.
-Igualmente.-Contestó.
-¿Dónde está Miguel?
-Está en el ordenador buscando juegos para hacer con los niños del hospital.
Marina asintió sin saber de qué hablaban.
-Miguel es el cuarto voluntario que vendrá con nostras.
-¿Quién habla de mí?
Una figura robusta apreció detrás de la puerta. Se acercó. Era rubio, alto, seguramente jugador de baloncesto y sus ojos eran grises.
-Encantado, tu debes de ser Marina, Cristina nos habló mucho de ti.
-Lo mismo digo.

Salieron y Marina arrancó de nuevo su coche. Antes de que Cristina subiese y pasase a ser su copiloto ella cerró los ojos y pensó.
Cada dolor te hace más fuerte, se dijo. Y puso su coche en marcha.