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Todo comienza con el sueño de alguien - Larry Niven

domingo, 5 de agosto de 2012

Buscando maneras de sobrevivir.

-Tampoco estaba tan mal ¿a qué no? A lo mejor se recupera y todo.-Dijo Marina con una sonrisa no muy convencida. El aire era cálido. Acababan de salir del hospital y Marina ya estaba pensando en el futuro de Andrea.
Marcos se limitó a escuchar, no contestó. Al entrar en el coche Marina miró el reloj, marcaba las dos y media. Marcos puso el coche en marcha, en la radio sonaba Yellow  de Coldplay.
-Esta canción me encanta.-Comentó Marcos mientras subía el volumen.
-Digamos que es una de las canciones que me gustaría que un chico me cantara.
-¿Aunque no sepa cantar?
Marina sonrió.
-Pues si, ahí está la gracias. Le da igual hacer el ridículo por ti, eso demuestra que te quiere.
Giró su rostro hasta traspasar su mirada por la ventana del acompañante.
And it was all yellow.
-¿Nunca te ha cantado tu novio?-Preguntó. Marina miró sus ojos, tenían una chispa de curiosidad.
-Yo no tengo novio.-Respondió de forma seca.
-Pero tenías.
-A él no le importaba nada, tan solo el hecho de tener novia. El no haría eso por mi.
Su mente se trasladó a aquellas vacaciones de invierno. A Marina le hubiese gustado ir a darle de comer a los pobres al refugio en Nochebuena, en cambio cuando estaba con él tenía que pasar las vacaciones en la montaña con sus amigos ''pijos''.
Sintió haber recordado el pasado, ahora vivía el presente, tenía una nueva vida.
-La verdad, no entiendo como no pudo aprovechar la oportunidad que tenía al estar contigo. Pero sin duda estás mejor sin el, no te mereces a esa clase de personas.
Cerró los ojos, no quería volver a aquel estado de quién se no se merecía a quién. Es verdad que ella no había sido del todo justa al estar pensando siempre en lo que a ella le gustaba, pero era su novio, ella había ido a Sierra Nevada de vacaciones en invierno, había ido a Alicante donde sus padres tenían un apartamento en verano a pesar de que ella quería conocer el mundo. A el nunca le había importado lo que a ella le gustaba así que decidió pasar de ella. Así que toda la culpa era de el.
Sintió los rayos de sol incidiendo en su cuello. El sol, algo que realmente le encantaba.
-Aún me tienes que enseñar tu sitio favorito. Yo ya lo he hecho.-Dijo Marcos. Marina abrió los ojos y se dio cuenta de que estaban parados, en un semáforo en rojo y de que su compañero la observaba.
-Te prometo que te lo enseñaré un día de estos, pero está en Alicante, no sé como lo vamos a hacer.
Marcos se mordió el labio como de costumbre.
-Podríamos organizar una excursión con Miguel y con Crsitina.
Marino lo pensó. En verdad la idea era bastante buena.
-Si quieres, incluso podemos pedir permiso a los padres de Andrea para que venga con nosotros.
Abrió los ojos y sonrió.
-Pero sus padres no nos conocen.-Dijo inmediatamente, desilusionándose un poco.
-Pues los conoceremos.-Marcos sonrió y la miró, el si tenía ilusión.
La idea era tentadora, solo había que conocer a sus padres, pedirles permiso, comunicárselo a Cristina y a Miguel y organizar el viaje. Tampoco era nada del otro mundo.
-Pues decidido, viaje a Alicante y allí te demostraré que tengo un lugar preferido donde sentirme libre.
-Me parece genial. Oye ¿me indicas el camino a tu casa?-Preguntó.
-Si, perdona, solo tienes que girar esa calle y ya está.
El coche giró y paro frente a la casa que le dijo.
-Pedazo de casa, yo siempre he querido tener jardín.-Comentó.
-Pues cuando quieras te pasas.-Le invitó.
-Gracias por tu invitación.-Agradeció con una sonrisa en el rostro.-¿Nos vemos mañana?
-Por la mañana, allí estaré con mi camiseta de la cruz roja.
Rió, y  Marina cerró la puerta del coche. Tocó al timbre aunque no hizo falta pues localizó a su madre regando las plantas.
-¿Mamá hoy no trabajas?
-Día libre.-Dijo quitándose el sudor de la frente con la muñeca.
Abrió la puerta y marcos se despidió bajando la ventanilla.
-Mamá el es Marcos, un compañero de la cruz roja. Marcos ella es mi madre.
Se quitó el gorro que tenía y lo saludó con la mano envuelta en un guante de latex.
-Encantada señora.
-Lo mismo digo.
-Hasta mañana.-Gritó Marcos antes de salir corriendo con el coche.
Su madre la miró de reojo con una sonrisa pícara.
-Es mono.-Contestó al fin mientras se volvía a poner el gorro y entraba de nuevo al jardín.
-Mamá...
-¿Entras o no?