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Todo comienza con el sueño de alguien - Larry Niven

jueves, 17 de mayo de 2012

Cada dolor te hace más fuerte

Las lágrimas que caían por su rostro le impedían ver lo que había en la pantalla. Layó con detenimiento, sin saltarse ni una sola coma. No se lo creía.

Marina, sabes que yo te quiero pero creo que tu has cambiado y ahora ya no estamos hechos el uno para el otro. Creo que lo mejor será darnos un tiempo, pensar en lo nuestro y sobre todo buscarnos a nosotros mismos. Tú con tus niños del hospital. Espero que te siga sirviendo de ayuda como hasta ahora y sobretodo que comprendas este mensaje. Espero que el día de mañana puedas llegar a ser una buena enfermera y como no voluntaria, pero lo más esencial es que no solo pienses en ti sino en los que hay en tu alrededor que te quieres y que en ocasiones sufren con tus decisiones ''espontáneas''. En cuanto a mi, viajaré a Inglaterra donde terminaré la carrera de Derecho. Ya he buscado una buena universidad e incluso me han aceptado.
A partir de este momento nuestros rumbos se separan, tu estás destinada a ir a esos países donde la gente necesita ayuda, yo en cambio necesito que mis ingresos suban. No me trates de egoísta, pero como he dicho antes, somos distintos.
Te quise, te quiero y te seguiré queriendo.
Con amor, David.


Cerró los ojos y se apoyó en el cabeceros de la cama. Las lágrimas brotaban de sus ojos. Le había llamado egoísta y había cortado con ella por mensaje. Le parecía patético y en ese momento pensó que había estado saliendo con un ser despreciable. Ni siquiera pudo pensar en su nombre.
Ya no lo quería y si antes tenía dudas, ahora estaba completamente segura de que no quería volver a verlo.
Quiso escribir y decirle lo patético que era haciéndole todo esto. Pero no pudo. Sus manos eran incapaces de teclear, se sentía impotente.
Cerró el portátil dejándolo en la cama. Se puso unos pantalones cortos vaqueros, una sandalias y una camiseta básica de manga corta y salió de allí.
Bajó las escaleras a toda prisa, lloraba y no quería que nadie la viese. Cuando descubrió que su casa estaba sola y no había nadie se incorporó y vio su reflejo en el espejo que había en la entrada. Su pelo castaño estaba despeinado, sus ojos rojos y las lágrimas aún permanecían en su rostro.
No quiso verse más. Se dijo a sí misma que estaba horrible, pero le daba igual.
Arrancó el mini rojo  que había aparcado en la puerta de su casa y condujo.
El sol centelleaba en los espejos delanteros y en la luna del coche.
Buscó sus gafas de sol, pero se las había olvidado en casa.

Cuando llegó, Cristina la estaba esperando. Salió y pudo notar los brazos de su compañera alrededor de su cuerpo.
Rompió a llorar.
-Ven, mejor vamos dentro.
Entraron dentro de la Cruz Roja, uno de las habitaciones apartadas que había para el voluntariado.
Se tiró en el sofá grande y viejo de color crema y volvió a llorar.
Cristina se sentó a su lado haciéndose un hueco en el sofá.
-Cuéntamelo
Negó con la cabeza.
-Te vendrá bien desahogarte, hazme caso.
Marina se incorporó. La mano de su compañera le acompañaba.
-David me ha dejado-fue todo lo que pudo decir. Tomó aire y siguió hablando.-Tengo ganas de decirle cuatro cosas, me ha dicho que soy una egoísta, que solo pienso en mí por querer ser voluntaria y que ya no estábamos hechos el uno para el otro.
-Lo siento.-Respondió Cristina. Le dio un abrazo pero Marina se apartó, quería seguir hablando.
-Es muy triste, me ha dejado por un mensaje.
-Él sí que es un egoísta. No te lo merecías.
No quiso decir nada, tenía razón.
-Se va a vivir a Inglaterra. Ni siquiera se ha despedido de mi.
Cristina sacó un pañuelo de su bolsillo y le secó las lágrimas.
-Dios mío, lo siento mucho, debo de estar horrible, llevo llorando todo el camino.
-No seas tonta.-Replicó.-Llorar es humano, todo lo hemos hecho. Y no por eso somos horribles.
-Pero que estés aquí consolándome, podrías estar en otro sitio haciendo cosas mejores.
Se mordió el labio inferior.
-Oye, tu eres mi amiga y las amigas se ayudan mutuamente. A parte, yo ya eh pasado por esto y estoy segura de que tu no. Yo te puedo ayudar.
-¿Qué te pasó?
Cristina calló.
-No creo que lo quieras saber.
-Si que quiero, por favor.
Tomó aire y también le tomó la mano a Marina.
-Él me dejó  porque no pertenecíamos a la misma clase social. él era rico y vivía en una mansión en la mejor calle de Granada. Yo, por el cambio vivía en un piso de tres habitaciones. Me humilló delante de todos su amigos pijos y además me puso los cuernos con una gran amiga de la familia.-Paró por un minuto.- Sufrí porque lo amaba, pero no era para mí.
-¡Qué imbécil!
-¿Sólo? Pero bueno, da igual. Dicen que el que siempre sonríe es el que mas ha sufrido ¿no?.-Sonrió y Marina rió. Le gustaba aquella frase.
-¿Cómo...? Nada, déjalo, es una tontería.
-Cómo qué, dímelo.
-No, solo quería saber como te humilló, pero supongo que está fuera de lugar esa pregunta.-Marina se avergonzó.
-Fue en una...
Un sonido en la puerta interrumpió a Cristina. Un chico alto de la misma edad que ella y moreno entró.
-¡Hey! Habíamos quedado aquí ¿no?
Marina no sabía que responder, se limitó a observar al chico que se acercaba. Sus ojos eran azules o más bien azules con un toque se color verde claro en los extremos del iris. Eran tan raro pero tan bonitos...
-Si.  Marina él es Marcos, Marcos ella es Marina. Es una de las nuevas voluntarias que ha entrado. Lleva pocos días.
Seguía desconcertada.
-Marina , él nos ayudará con el voluntariado en el hospital, ahora seremos cuatro en vez de dos. -Dijo mientras recogía su pelo rubio en una coleta. Se colocó bien la camiseta de tirantes que tenía subida apenas unos centímetros sobre los pantalones vaqueros cortos.
-Encantado.-Marcos le tendió la mano y le sonrió.
-Igualmente.-Contestó.
-¿Dónde está Miguel?
-Está en el ordenador buscando juegos para hacer con los niños del hospital.
Marina asintió sin saber de qué hablaban.
-Miguel es el cuarto voluntario que vendrá con nostras.
-¿Quién habla de mí?
Una figura robusta apreció detrás de la puerta. Se acercó. Era rubio, alto, seguramente jugador de baloncesto y sus ojos eran grises.
-Encantado, tu debes de ser Marina, Cristina nos habló mucho de ti.
-Lo mismo digo.

Salieron y Marina arrancó de nuevo su coche. Antes de que Cristina subiese y pasase a ser su copiloto ella cerró los ojos y pensó.
Cada dolor te hace más fuerte, se dijo. Y puso su coche en marcha.








2 comentarios:

  1. Precioso capitulo, o texto o historia... Me ha encantado. Que huevo tiene el David de verdad.. Que ganas de pegarle una torta.

    Por cierto, que es una historia por capitulos? ^^ Soy nueva en tu blog osea que... Nose, sorrry :ss


    Mil besos!
    (razones-parasonreir.blogspot.com)

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  2. Se supone que es una historia! Jajajaja, si quieres, para enterarte un poco mejor de lo que va lee mi primera entrada que es más o menos un poco el resumen de la historia. La verdad es que es un auténtico egoista,que razón tienes dan ganas de pegarle dos guantás! A lo loco xD
    Muchas gracias, tu blog está chulísimo y tu historia de Kilómetro me encanta(:
    Besos:DD

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