Cuando las puertas del hospital se abrieron un sentimiento de impotencia recorrió el estómago de Marina. Recordó lo que le había contado Marcos sobre su hermano y sobre su enfermedad y sintió como sus manos se tensaban. Imaginó una montaña de arena escapándose entre los dedos de sus manos.
No podía hacer nada, ya era ta
rde.
Entró, decidida a combatir contra todo gigante enfermizo que interrumpiese su camino.
En la entrada, Helena, la nueva recepcionista joven. Aparentaba unos veintidós años, se dijo.
-Hola, ¿en que puedo ayudarles?
Marina no se percató de que hablaba y siguió caminando, hasta que Marcos rodeó su brazo derecho con su mano y le hizo una señal para que esperase.
-Vamos a la última planta, habitación 406.
-Espere que lo compruebo, un segundo por favor.
La observó detenidamente. Ojos negros, cabello negro y rizado, piel morena. Bastante guapa, pensó.
-Es la habitación de Andrea Martínez según dice aquí, ¿es esa la persona a la que queréis visitar?
Marina asintió.
-Si.-Respondió Marcos.
-Genial.-Dijo la recepcionista con una sonrisa.
Pasearon por los pasillos hasta llegar a la habitación donde vieron a Andrea, sentada en el alfeizar de la ventana como siempre.
Andrea giró su rostro cuando Marina golpeó la puerta.
Un sonrisa apareció en ella.
-¡Hola!-Gritó dejando el libro en un sillón que había junto al ventanal.
-Andrea, venimos a verte, ¿qué tal te encuentras?
Andrea se tiró a sus brazos.
-Deseaba verte.
-Veros.-Corrigió Marcos.-Deseaba veros, yo también vengo.
Andrea miró con cara extrañada a Marina. Marina torció el labio y después sonrió.
-Él es uno de los nuevos voluntarios en el grupo. Se llama Marcos.
-Encantado.-Marcos le tendió la mano.-A tu servicio.
Andrea rió y volvió a su rincón.
Marcos se sentó en uno de los sillones que había para invitados. Marina, en cambio, paseó por toda la habitación.
-¿Que tal te encuentras?-Preguntó mientras se fijaba en una bola de cristal que había en una estantería encima de la camilla.
-Estupendamente.-Sonrió con una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja. Su pelo moreno disminuía cada vez más, apenas le quedaba. Sus ojos azules querían llorar y estaban en desacuerdo con su sonrisa.-Hoy he desayunado y todavía tengo hambre. Creo que el tratamiento funciona, es decir, dicen que con la quimioterapia sientes nauseas y yo no he tenido.
Marina abrió los ojos de par en par, estaba contenta.
-Genial, eso es buen síntoma ¿verdad Marcos?
Marcos se quedó pensativo, con la mirada fija en la nada.
-Si, claro.-Dijo en un tono no muy convencido que a Marina le hizo dudar.
Andrea se incorporó y paseó por la habitación junto a ella.
-Te he traído otro libro.-Dijo al fin mientras se acercaba a su bolso.-Esta es mi novela favorita,
D:
ResponderEliminarMarcos(le llamaré señor platanoXD),te odio¬¬no se le corrige,si Andrea dice verte,es verte y punto¬¬
Besitos de miel^^y voy a por el siguiente:D
Alicia